El sábado fui al Naschmarkt por primera vez. Es el mercado más grande de la ciudad. Caminar por un mercado de Viena es como entrar a una tienda gourmet en el DF: las pescaderías, la charcutería, las dulcerías, todo está en vitrinas.
Yo sólo planeaba comprar carne y verduras pero unos turcos me embelesaron con sus manos desde un puesto lleno de confites diciendo: ven, ven, y yo les dije no, y ellos dijeron por qué no, y pensé que sí, que debía ir y fui; me dieron los frutos secos más suaves y dulces que he probado. El dulzor era diferente a cualquier manzana navideña que haya comido antes.
Un alegre joven pasea en bicicleta al lado del Naschmarkt. Tan alegre que sonríe gustoso para la foto. |
Después pasé por una panadería y decidí comprar un pan muy grande de aspecto medieval para probarlo. Resultó ser una delicia también, era negro y con nueces en la parte de abajo (como no hablo alemán en vez de preguntar qué tiene el pan debo observar la vitrina quince minutos y adivinar cuál es el más rico).
Ayer volví a pasar por el Naschmarkt sin querer. No es que no quisiera ir, es que llegué en una caminata experimental como la que cualquier turista con un poco de tiempo libre y voluntad de solazamiento debería tener. No todos los puestos estaban abiertos, así que más bien le puse atención a la calle.
Hay un verso de Germán List Arzubide que dice: "mis pasos inauguran ciudades". Yo estaba contenta sólo por estar en una calle tan bonita, a cada paso inauguraba mi salutación a Viena.
Uno de los edificios que rodean el mercado. Observen el detalle de la estatua alerta y gritona. |
Está muy ilustrativa tu nueva inserción. Ojalá también pusieras fotos relativas. Me gustaría ver ese mercado. Te quiero mucho hija.
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