La nostalgia me inunda en las noches. He soñado varias veces que regreso a mi casa en Puebla a
recoger algo que se me había olvidado. Me da tristeza despertar y darme cuenta
de que no estuve ahí.
Durante el día estoy bien, no completa pero bien. Nunca
pensé extrañar tanto a mi tribu. Extraño a mi familia, extraño a mi novio,
extraño a mis amigos, extraño a mi perra. Vi a una chica platicando con su
abuela (probablemente) en el metro y me dieron ganas de platicar con la mía.
Empiezo, sin embargo, a querer a esta ciudad. Ayer fui a un
tour en el edificio principal de mi universidad. La Universidad de Viena se
fundó en 1365 y ha tenido una larga historia de científicos y psicólogos
destacados, y un histórico parteaguas durante el gobierno nacionalsocialista
(en el cual hubo una gran cantidad de alumnos y maestros deportados) y otro a
finales del siglo XIX, cuando las mujeres finalmente pudieron estudiar ahí.
Conocí a Daniela, nació en Tel Aviv pero vive en Moscú desde los cuatro años. Estudia
Estudios israelíes y algo más, no entiendo en realidad muy bien qué. Hablamos en inglés pero ella tiene un acento
ídem que a veces no entiendo. Ha
resultado ser una gran compañía, hoy compramos boletos para la ópera en doce
euros con una promoción para estudiantes, la próxima semana veremos El barbero
de Sevilla.
No me arrepiento de haber venido, aunque he pensado que no
es necesario irse siempre, tener esa inquietud de abandono y de libertad. O tal
vez sí, para darse cuenta una vez ido de que igual no era necesario, tal vez me
podría haber quedado donde estaba.
Mi roomie llegó ayer. Yo ya no quería que llegara porque me
encontraba bastante cómoda pagando un cuarto doble y viviendo sola, además ya
se me quitó la sensación de soledad (que no de saudade) que tenía cuando llegué,
he hecho algunos amigos, o conocidos.
Es de República Checa y no habla inglés, así que nuestra
comunicación es escasa. Intuyo que es una chica agradable. Estudia Estudios
checos o algo así, tampoco le entendí. Ya me había comido su galleta de
bienvenida. Creo que se llama “Lenka”.
Toda la gente quiere estar en un lugar diferente. Qué fortuna la tuya, feliz estancia.
ResponderEliminarNo te preocupes por la galleta de Lenka... siempre podrás reponérsela. Tal vez con una mazapán de La Rosa que te enviaré en noviembre... ¿qué dices?
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