Hubo una temporada cuando vivía en la casa del señor César
en la que la bomba no funcionó bien, había que purgarla para que el agua
subiera. Yo nunca aprendí a hacerlo porque el día que el casero nos enseñó, Rodrigo estaba ahí. Él era el que iba a
aprender, aunque no viviera ahí. Yo no.
Nunca estuve sola porque nunca quise la independencia que
pude haber tenido. Cuando tomé la decisión de dejar de ir a Puebla todos los
fines de semana le dije a mi mamá que era porque tenía que ahorrar dinero: cada
boleto del ADO cuesta ciento cincuenta pesos. La verdad es que dejé de ir
porque ahora tenía una familia también en el DF con la que podía pasar los
fines de semana, la de Rodrigo.
El día que llegué a Viena fue la primera vez que estuve realmente
sola y lo primero que hice fue salir a la calle a comprar el cable que
necesitaba para conectar mi computadora a internet.
Llevo más de dos meses en esta ciudad y no ha pasado un día
sin que deje de contar el tiempo. Estuve revisando mis finanzas y están
bastante bien, mi estrategia para administrar el dinero (gastar en nada,
comprar lo más barato, ser coda) ha funcionado a tal grado que estos últimos meses
podría darme el lujo de viajar a otros
países o de vivir más luj[uri]osamente.
Esta mañana, mientras me bañaba, pensaba que estoy en un
momento privilegiado que probablemente no volveré a vivir: estoy viviendo sola
en Europa con veintidós años y sin preocupaciones de dinero.
Me resultó absurdo sentirme desdichada. Gastaré todo mi dinero, lo gastaré. Hay una
cita de Samuel L. Jackson que dice: “Anyone who tells you money can’t buy
happiness never had any.” Este fin de
semana salí con todos los amigos que he hecho aquí, compré gluhwein en el
mercado de navidad y compré cervezas en un pub, pagué diez euros por entrar al
cine a ver la secuela de una película que no conocía, pagué el cover de un
antro latino.
Y fui muy feliz.
Prometo que invertiré en mi felicidad y en mi distracción lo
que me resta de tiempo, seré tan liberal como el sistema me lo permita y dejaré
de hacer consideraciones inútiles acerca del clima; si no sale el sol en dos
semanas o si hace frío no importa.
Invertiré el tiempo y el dinero en distracciones. Sólo destinaré
el tiempo necesario para leer lo que tenga que leer y pasar mis exámenes. La
inconciencia será mi guía.
Sí hijita. Por favor, si tienes el recurso y en qué invertirlo, y te parece que eso te hará feliz: ¡Gástaloooo!
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